Aprendiendo permacultura
Maite nos enseña su cubierta verde y nos explica qué es un cultivo de acuaponía
Hoy me apetece presentaros a Maite Ninou.
Más que eso.
Creo que debéis conocer a esta mujer que el otro día nos abrió las puertas de su casa en la calle Balcells, a pocos metros del campo del Europa, para mostrarnos su cubierta verde, estructurada a partir de un diseño permacultural.
Antes de que se me olvide. Muchas gracias a Oriol Martínez-Marañón aka El U.R.I. por ponernos en contacto con Maite.
En el vídeo que tenéis más abajo, Maite nos habla de la técnica de la hidroponia. Bueno, de eso y de muchas otras cosas que nos pasan desapercibidas al resto de los urbanitas.
Me cuenta, por ejemplo que, atendiendo a la cantidad de ejemplares que visitan su comedero, teme que los gorriones vuelvan a estar amenazados en esta ciudad.
Explica con una pasión envidiable que en su cubierta verde le ha aparecido una plaga que, paradójicamente, la propia Maite considera muy beneficiosa. La lenteja de agua, que cuenta con un récord mundial: tiene la flor más pequeña del mundo vegetal. “Pero ayuda a limpiar de metales pesados el agua porque es filtrante. Tiene más proteína que la soja y hay un estudio alemán que pretende hacer hamburguesas con estas mismas lentejas”, me explica mientras de su mano derecha cuelga un cigarrillo en equilibrio imposible.
Me cuenta también lo del problema con las algas, su número se dispara por el calor. Y su terraza donde se encuentra el huerto, abierto a todos los vecinos, llega a picos de 40 grados desde hace unos veranos. Pero para eso ya ha encontrado una solución: la cebada podrida.
Esta bióloga autodidacta nos explicó lo pijas y delicadas que son para sus cosas las lombrices rojas.
En ese huerto suceden cosas mágicas. Como que en el hinojo aparezcan orugas de vivos colores que después se transformarán en la mariposa diurna más grande de Europa.
Los vecinos suben a la terraza y algunos hasta comparten tareas.
Yo volveré a ver a esta “vieja verde” como comenta ella misma burlona.
Verde que te quiero verde.
Que te coma el tigre
“Uno de los muchos efectos negativos de la perestroika y la reapertura de la frontera entre Rusia y China ha sido el aumento de la caza furtiva de tigres. Al desintegrarse la economía y generalizarse el paro en la década de los noventa, profesionales de este tipo de caza, hombres de negocios y ciudadanos corrientes empezaron a aprovecharse de la riqueza del bosque en todas sus formas”.
A mis amigos y conocidos les llevo recomendando este libro desde que lo acabé de leer hace un mes. Bueno, antes de finiquitarlo ya estaba dando la brasa con El Tigre. Una historia real de venganza y supervivencia.
Me agarró como un gran felino y fue imposible soltarse.
Pero es que menudo libro este del tigre que recomendó Anna Colomer hace un par de meses en Twitter.
La verdad es que la crónica de la cacería del tigre siberiano asesino del periodista John Vaillant tiene todo lo que le pido a un libro basado en hechos reales.
Así a grosso modo podría ser un alegato ecologista, pero sin aparentarlo explícitamente, con trazos de guía de viajes esbozada a partir de infinidad de datos geográficos, económicos y sociales de esa (desconocida) zona de Siberia que va desembocando en la costa del Pacífico. Y en paralelo a todo este trabajo de documentación, palpita un thriller con un asesino invisible como protagonista.
Un asesino con sensibilidad territorial y capacidad de venganza, que es capaz de detectar, y destruir, la letrina en la que ha cagado el cazador que se ha comido su presa sin permiso.
Un psicópata que también es un Dios.
“Lo asombroso -y también aterrador- de los tigres es su facilidad para lo que solo puede calificarse de pensamiento abstracto. El tigre puede asimilar muy rápidamente información nueva -datos, si se quiere-, atribuirla a una fuente, e incluso un motivo, y reaccionar en consecuencia”.
Así que nos encontramos en 1997 en el extremo oriental de Rusia.
En el valle del río Bikin.
Toda esta historia de la cacería tiene lugar, no lo olvidemos, a menos 20 grados por el día y menos 40 y largos por la noche. Un área geográfica enorme colindante con otro no menos grande: la Manchuria. Arriba tenéis una de las fotos que incluye el libro en sus páginas centrales, y en ella se puede ver a cosacos posando con el cadáver de un tigre en 1885).
China y Rusia, tan cerca tan lejos en la conservación de animales en peligro de extinción. Aunque uno de los animales en peligro de extinción por aquellos lares es justamente el propio ciudadano ruso.
“Mientras el número de rusos en el Extremo Oriente disminuye sin cesar a causa de la elevada mortalidad y el reasentamiento, miserables ciudades fronterizas de China que antes de la perestroika tenían diez mil o veinte mil habitantes se han transformado en relucientes centros comerciales, cuya población se ha multiplicado por diez y sigue aumentando. Grupos de rusos debidamente acompañados -y propulsados por desayunos a base de cerveza- hacen viajes de un día en autobús a estas ciudades emergentes para proveerse de todas las cosas que la industria y el sistema de distribución de la antigua Unión Soviética ya no pueden proporcionarles”.
Tanto en lo periodístico, estamos ante una crónica de un hecho sin precedentes, un tigre siberiano o del Amur, se ha comido a dos vecinos; como en lo narrativo, con su clímax en la persecución final del animal, Vaillant se sale por los cuatro costados del libro (y eso que el subtítulo tira un poco para atrás).
Además, me parece muy interesante la descripción que hace este escritor de Massachusetts de la psicología de los habitantes de esta zona a desmano del resto del planeta (no olvidemos, parte de la Manchuria arrebatada a los chinos por los rusos a finales del XIX).
“En Occidente, ahora se considera que tener cierto nivel de conocimientos psicológicos -y el consiguiente vocabulario- es lo más natural del mundo, pero en Rusia, a excepción de algunos miembros de los círculos urbanos y cultos, es algo que prácticamente no existe. El estoicismo es más una habilidad para sobrevivir que una virtud”.
Y además de todo esto, el libro nos ofrece consejos vitales.
Por ejemplo.
Si alguna vez se te acerca un tigre.
Mírale a los ojos con odio.
Yo intentaré no cruzarme con ninguno hasta el lunes de la semana que viene.