“La burocràcia otomana seguia considerant els nacionalismes separatistes dels pobles cristians (grecs, serbis, búlgars, armenis) com l’enemic fonamental de l’estat, però els buròcrates més espaviltas també havien començat a detectar, en la ràpida desintegració de l’imperi, les primeres bellugors dels nous nacionalismes entre musulmans no turcs (àrabs, kurds, albanesos). (Recordem que en aquella època el concepte “nacionalisme” no estava tan estès, i que quan es discutien aquests temes es parlava de la “qüestió de les nacions”). Segons el governador, era especialment important que els soldats de quarentena fossin musulmans (i parlessin turc o minguerès). Podien identificar-se millor amb els veïns musulmans i comprendre més plenament el desassossec que experimentaven respecte a la quarentena”.
Igual ya lo sabías pero este mes se han cumplido 100 años del final del imperio Otomano. Entre muchas otras cosas, murió de burocracia. Claro, controlar un territorio tan extenso, unos 1.800.000 km², exige de una red funcionarial inmensa que, tarde o temprano, acaba resquebrajándose.
La efeméride me viene al pelo que no tengo para hablar esta semana de “Nits de pesta”, nueva novela de Orhan Pamuk, hasta la fecha único premio Nobel de las letras turcas en 2006 (la edición en catalán de “Veba Geceleri”, el título original, se la debemos a Més llibres).
La novela impresiona así de entrada porque son más de 800 páginas que me han ocupado los últimos dos meses y medio. Muy bien aprovechados.
Las semanas de lectura y las páginas escritas.
La novela tiene de todo, datos históricos, reflexiones sobre el hundimiento del imperio, que nos ayudan a entender conflictos que llegaron a nuestros días, como el de la guerra de los Balcanes, trazos de thriller (el que parece va a ser protagonista de la novela muere asesinado cuando no llevamos ni 100 páginas) e incluso de novela romántica.
Y todas estas capas de literatura con una pandemia de fondo, la epidemia de peste de principios del siglo XX. La trama sucede en una isla dependiente del imperio otomano inventada por el autor: Minguer (cincuenta por ciento musulmanes, cincuenta cristianos).
Es por tanto una novela tan histórica como ficticia.
En la novela aparecen citados personajes reales como Abdul Hamid II (foto de abajo), el sultán otomano que impera, como puede, en los años de la novela. Con ganas de hacerse respetar, estaba bastante tocado el hombre, empezó perder pie en los Balcanes (la represión contra los búlgaros le costó tremendas reprimendas por parte de las potencias occidentales) y la guerra con unos rusos a las puertas de Estambul (antes de su mandato ya se habían anexionado Crimea, siempre Crimea, para tener vistas al mar).
Las medidas que tomará el consejo de sabios especializados en epidemias traerán unas consecuencias que serán de vital importancia para la isla. Medidas que ahora nos resultan familiares, muchas de las situaciones nos recuerdan a lo que hemos pasado durante nuestra pandemia (no faltan en la trama negacionistas como los de ahora, ni musulmanes que se nieguen a incinerar a sus muertos).
Lo tremendo del caso es que Pamuk empezó a escribir el libro años antes de que supiéramos qué coño es el COVID-19 y cómo iba a afectar a nuestras vidas.
“La ira que sentien els musulmans contra els cristians de l’illa de tant en tant també mutava en una ira dirigida a la burocràcia otomana, el governador i les forces militars. Molts dels migueresos compartien una idea bàsica que no els costava gens d’acceptar: “després de totes les mesures reformistes anunciades per l’estat otomà els darrers cincuanta anys per tal de seguir el joc als europeus, després de les reestructuracions legals dutes a terme amb relativa desgana sota pressions d’Occident per garantir la igualtat entre cristians i musulmans, ara -és a dir, en els moments més difícils viscuts mai per l’illa- els europeus, en comptes de venir-nos a ajudar, han decidit abandonar-nos a la nostra sort”.
Nos vamos a Estambul con la imaginación a escuchar a los Insanlar en esta Boiler Room que reflotó hace unos días @ginesalarcon en Tuiter.
Por cierto, parece que la red del pajarito azul no se acaba de morir. Pero por si acaso te recomiendo que te suscribas a la newsletter.
No me gustaría perder el contacto contigo.
En la banda se encuentra un tal Bariş K (en su casa responde al nombre de Barış Karademir) que es uno de mis Djs turcos favoritos. Bueno, igual es el único que conozco, pero vamos que cuando se pone en plan disco es de los más originales.
También es productor, aunque se hizo famoso como hacedor de edits, y este año le pudimos escuchar en formato LP desde el sello germano Live at Robert Johnson.
El álbum no está mal. Temas largos en plan jam, con cambios de mood progresivos, pero a mí me gusta más cuando pincha. Aquí abajo lo tenéis en su salsa en un mix para la serie Layer. Sonido disco de lo más multi culti.
Seguro que Insanlar os suena de algo. Puede que sea por el remix que el inefable Villalobos les dedicó hace siete años ya (en realidad el chileno publicó dos versiones en el sello Honest Jon’s). Casi 17 minutos de jam que es bendición para los Djs cuando se están meando. El original, de todos modos, Kime Me, dura 24 minutos.
Por lo demás, siempre con voluntad de servicio público, yo quería incluir en la newsletter alguna recomendación gastronómica y he preguntado a mis amigos más exquisitos y epicúreos por buenos restaurantes turcos. La respuesta ha sido que el de los restaurantes turcos es un tema pendiente en Barcelona.
Según mi amigo Ginés, el kebab turco con más prestigio es el Gemüse Kebap (el más famoso de Berlín, que abrió en Barcelona hace un año), pero que lo probó y nada del otro mundo...
Si vosotros conocéis alguno, anotadlo en comentarios y lo hablamos la semana que viene.
La colaboración en Ràdio 4 de este mes
En otro orden de cosas, hablando de estructuras burocráticas, ya tenemos entre nosotros mi nueva colaboración en el programa Radiofreqüències de Ràdio 4. Iba a decir que hay algo de mala maror en el ambiente según pasas por los pasillos, he visto anuncios para una concentración en las puerta de la calle Roc Boronat, pero en realidad siempre que me dejo caer por allí, pasa algo que mueve a la acción a los trabajadores de la delegación barcelonesa del Ente Público.
Creo que esta vez tiene que ver con la destitución del presidente del Consejo de Administración de RTVE, José Manuel Pérez Tornero. Me comentan que llegaba con ganas de darle así como un aire nuevo a la corporación estatal, cosa harto complicada cuando de lo que se trata es de hacerle la maniobra de Heimlich a un diplodocus. Así que Pérez Tornero, en tan sólo un año y medio en el puesto, vio que aquello era complicado de renovar y presentó la renuncia en septiembre. Le sustituyó como presidenta interina Elena Sánchez que, por lo que me dicen, es más de lo de antes y además se ha quedado en el puesto de manera un tanto embarullada.
No me las quiero dar de millenial, pero ni me enteré del cambio de aires de RTVE.
Así que no estoy en condiciones de valorar si estoy contento o no con este nuevo cambio.
El otro día me preguntó un amigo si me habían contratado. Me dio bastante la risa.
Yo voy, grabo dos colaboraciones en una hora para aprovechar el viaje a las instalaciones, porque no me pagan el metro, y me vuelvo.
Así que, a lo que vamos. La sección de este mes se la he dedicado a Japón con temas de Twin Cosmos, el malogrado Susumu Yokota, Mori Ra y Kuniyuki Takahasi.
No sé si os comenté que estoy enamorado de los mixes de Mori Ra y sus sesiones Japanese Breeze. Son pure bliss. Además pone música que, por mucha globalización que estreche el mundo, no se escucha por estos lares, ni sabría dónde encontrarla. Siempre despierta algo escondido en tus papilas gustativas musicales.
Aquí podéis escuchar la colaboración.
El ateo virtuoso
Otra cosa que os quería comentar es que esta semana se han cumplido 390 años que nació Spinoza. Os dejo el link a la clase magistral de Darío Sztajnszrajber (no me he dormido sobre el teclado, ese es su apellido), filósofo, ensayista y ante todo pensador, que tiene una serie de monográficos sobre filósofos que es muy recomendable.
Dos horas deliciosas donde se nos explican las particularidades de este pensador epicúreo y al que rápidamente tuvieron ojeriza los muy ortodoxos, entre otras cosas, fue excomulgado por los judíos a los 24 años sin haber escrito aún un solo libro. Y eso que su familia era judía sefardí, con raíces en la localidad de Espinosa de los Monteros, la E del apellido se cayó por el camino, huyó de Portugal, después de haber hecho lo propio de España evitando a la Inquisición, para encontrar algo de acomodo en una Ámsterdam donde se respiraba modernidad (más que en la Península Ibérica, seguro, pensarían sus padres).
El filósofo del misterio.
El ateo virtuoso.
Un filósofo del carajo.
Un pensador de los márgenes al que se asocia con el ateísmo (“de los primeros filósofos contundentemente ateo”) y al que no se empieza reivindicar de manera cool hasta 200 años después de su muerte.
No sé vosotros, pero escuchar o leer sobre filosofía me da mucha calma. Es como el título de aquel libro que se puso de moda a finales de los 90 titulado “Más Platón y menos Prozac”.
Pues eso.
El lunes que viene más.