De Mi Tierra vengo
Celebramos el primer año de vida de esta tu newsletter en el colombiano de la calle Urgell
Después de meses de intentarlo, por fin he podido quedar con John López para comer en Mi Tierra, el restaurante colombiano de la calle Urgell.
Nos come el día a día. Nos come el culo la vida.
Por tanto, hay que comerse a la vida de vez en cuando.
Hay que quedar más.
Y nosotros hemos quedado en horario tan intempestivo como las 13.30h, y por lo que veo ha sido buena decisión porque no hay nadie en la puerta. Paso por delante todos los mediodías, volviendo de uno de los colegios que tienen a bien contratarme, a eso de las 14.15h, y la cola es entonces bastante numerosa.
Por cierto, John López es el responsable de la imagen gráfica de este boletín, la foto de perfil de la oreja pintada en la pared del edificio donde vivo, y también lo es la de la foto de mi persona que preside cada mail que recibes desde hace ya un año.
Son fotos promocionales para ilustrar una mixtape que le preparé hace un año y medio y que publicó en la versión digital de su revista centralzine y que puedes recuperar desde aquí. De cuando el trance no estaba tan sobreexplotado.
John también es colombiano pero de muy jovencito acabó en Las Palmas. Curioso porque aquí siempre se ha relacionado con Canarias a los vecinos venezolanos. Mi compañero de mesa es por tanto un gran seguidor de la Unión Deportiva y está contento porque este año ha subido a primera. Más cosas a celebrar.
Lo tuve de invitado hace unos meses en un programa para dublab, en el que nos relataba sus experiencias con la escena de Las Palmas de hace treinta años, con una zona cero ubicada en la plaza del Mercado Central de la capital grancanaria.
Lo podéis recuperar desde aquí .
Sendos sancochos
Lo primero que llama la atención al entrar al restaurante es la gran cantidad de pantallas de televisión repartidas por el comedor. Tienen sintonizada Tele5 y en estos momentos los tertulianos del magazine de mediodía están debatiendo en torno a las fuerzas de succión generadas por el agua del drenaje propio de una piscina.
El terror de todos los veranos.
Pero la tele se ve pero no se escucha. Nos enteramos de lo de las piscinas por los rótulos de los contertulios.
Los rótulos del magazine matinal de Tele5 dan más miedo si a los contertulios no se les escucha.
Lo que si se escucha al llegar es a Jerry Rivera. Según mi Shazam, el tema se titula “Salsa con reggaeton” , pero no lo he encontrado por ningún lado. Eso sí, creo que el tema ha sonado durante la hora y poco que hemos estado sentados.
Nos hemos decantado por el menú.
De primeros teníamos a elegir sancocho mixto, frijolada paisa, sopa de mondongo y ensalada de aguacate con frutas. De segundo teníamos el clásico arroz con pollo + huevo y patatas fritas, pollo a la coca cola con arroz, tajadas y huevo frito, albóndigas guisadas con arroz y huevo, chuleta de pescado con ensalada fría y arroz y bandeja paisa de menú.
No hemos sido muy originales en nuestras elecciones. Han caído sendos sancochos y dos bandejas paisas (foto de aquí arriba). Muy bien abastecidos los dos platos. Y bien de precio también: 11 euros, incluye limonada o jugo natural de fruta.
En carta tienes surtido de patacones por 10 euros, huevos pericos con arepa o un calentao paisa, ambos por 7 euros. El menú infantil compuesto por arroz, papas fritas, frankfurt y huevo frito por 8,50. Pero se avisa que es sólo para peques.
Tú que ya eres mayor te puedes enfrentar a la hamburguesa de la casa con doble de ternera, huevo frito, beicon, tomate, cebolla, queso, lechuga y papas caseras (con mucha salsa, claro, ya que se indica en la carta que se acompaña con “salsas” y “salsa de piña” (sic) por 12 euros de nada.
En cuanto el camarero que atendía nuestra mesa ha visto que acabábamos de comer ha venido a la mesa a meternos un poco de prisita porque, ahora sí, se estaba montando colita fuera.
Los postres musicales
De postre tenemos sorbete con sabor a música colombiana.
John nos recomienda para hacer la digestión un disco de Will Holland aka Quantic.
“El tipo estuvo viviendo varios años en Colombia y profundizó heavy en la
música del país; formó una banda, saco discos y viajó a muchos rincones
para conocer la música colombiana desde el fondo, conociendo en persona
a músicos mayores clave y representantes de los diferentes géneros
originales (con toda la influencia de África, claro) del país. Este
disco es una delicia, a mí me encanta”.
También nos sirve en bandeja "los shows de radio que dejó Chica Acosta en dublab:
“Son fenomenales (la foto de más arriba pertenece a la imagen de su programa La Candela Viva). Ella es colombiana y controla mucho de la música de la tierra y latina. Éste programa que os linko aquí tiene muuucho sabor colombiano (cómo el sancochito que nos hemos zampado hace un rato)”.
Y por último, nos pasa por debajo de la mesa una playlist que compiló hace cuatro años en Spotify.
“Todas rolas colombianas. Muchas canciones me transportan a mi infancia en mi barrio en las profundidades de Bogotá. Otras, de la 12 a la 18, son más modernas, creadas por grupos de ahora, pero con toque de la tierra. Música para bailar, celebrar, llorar y sentir a fuego que estamos vivos con un corazón colombiano que arde”.
Frijolada paisa
Yo os avanzo que para este agosto se espera el nuevo LP de Felipe Gordon aka Mac el Narco, uno de los productores colombianos afincados en Bogotá con más tirón internacional en materia house, gracias a publicaciones en sellos como Razor'N'Tape o Toytonics. También ha producido las bases del MC madrileño tirando a lo-fi, Cráneo.
No hace muchos meses estuvimos escuchando la aportación de Felipe Gordon para la serie de mixes de Phonica Records. Empieza jazzy y se va desperezando con el house, entre deep y groovy, que le caracteriza. El colombiano publicó un 12” en el subsello de la tienda londinense especializado en house, Karakul (un nombre que a los catalanes nos hace mucha gracia).
“How Bogotá Became The Epicenter Of A Cumbia Reawakening”
“La música que combina la exploración tradicionalista con la producción de vanguardia ha encontrado un terreno fértil en la capital colombiana, fusionándose constantemente en una escuela de pensamiento y práctica de pleno derecho”.
Tienes aquí arriba el link a un report de Bandcamp titulado “How Bogotá Became The Epicenter Of A Cumbia Reawakening” en el que se radiografía la nueva cumbia a partir de una entrevista con Mario Galeano de Frente Cumbiero.
De la selección de este artículo, me voy a quedar con La Pambelé, entre otras cosas, porque me remite al gran boxeador de San Basilio de Palenque: Antonio Cervantes aka Kid Pambelé.
El epicentro del renacimiento del ánimo colombiano.
No me gusta el boxeo, tampoco me gustan las guerras, pero si me gusta leer sobre el deporte del pugilato y la porfía, tanto como las novelas y el cine bélico.
“En cierta ocasión el escritor Gabriel García Márquez fue recibido, en una reunión de colombianos en Madrid, con la siguiente exclamación: ¡Acaba de llegar el hombre más importante de Colombia!. Entonces García Márquez, moviendo la cabeza en forma teatral, como buscando a alguien en el recinto, respondió: ¿Dónde está Pambelé?”
Disfruté mucho la biografía escrita hace ya unos años por el periodista Alberto Salcedo Ramos en la que se narran las aventuras y desventuras del mayor fenómeno colombiano sobre un cuadrilátero. Soy muy de biografías de vidas a porrazos que acaban medio mal.
Yo conozco a los países por sus deportes. Y la Colombia que me llegó por la tele a partir de los 80s tenía nombre de ciclista menudo escalando el Tour, como Condorito Corredor. Menudo ciclista era también Lucho Herrera. Chaparritos todos. Los escarabajos. Por no hablar ya en el verde pasto de mis 90s con los rizos de los Higuita y Valderrama.
Pero antes de todos esos futbolistas y ciclistas comunes de mi juventud estaba Pambelé. Un siempre tambaleante Pambelé. Ni que sea un paso más adelante gracias las miles de gargantas que le alejaron de tirar la toalla. Y del aliento de Radio Caracol, desde donde seguro se desgañitaron micros con todas estas hazañas deportivas referidas.
“El culto a su figura se debía, explica Juan Gossaín, a que Pambelé fue el hombre que nos enseñó a ganar. “Antes de él”, añade, “éramos un país de perdedores. Nos consolábamos conjugando el verbo casitriunfar. Vivíamos todavía celebrando el empate con la Unión Soviética en el mundial de fútbol del 62. Pambelé nos convenció de que sí se podía y nos enseñó para siempre lo que es pasar de las victorias morales a las victorias reales”.
Debería haber una ilustración de Pambelé en la pared de Mi Tierra.
¿Por qué no está Pambelé?
Porque Pambelé somos todos y no cabríamos en Mi Tierra.
Me encantó, gracias por escribir de mis compatriotas, de mi ciudad Bogotá, de mi Tierra y mi hermoso país, gracias profé.