La promoción no se hace sola, hay que hacerla
En un bar de Travessera con una de las personas que más eventos culturales ha publicitado en Barcelona
“Desde hace muchos años mi marca es Distritoni y me dedico a la impresión y distribución publicitaria especializada en promotoras de eventos culturales, discográficas y tal”.
En la ciudad lo conoce todo el mundo porque lleva más de 20 años metido en campañas de publicidad para clubs, sellos y eventos musicales y culturales de todo tipo. Mi primer escarceo con él fue fugaz en la puerta de Discos Paradiso donde pega los carteles que él mismo se encarga de imprimir. Pero hasta la semana pasada no había tenido oportunidad de entrar en profundidad con Antonio Jiménez.
Le envié un Messenger pidiéndole una entrevista al hilo de un post en Facebook en el que hablaba de una campaña que le encargó Virgin a finales de los 90 y que le había llevado a recorrer Catalunya de arriba a abajo.
En su parada por Lloret descubrió el pub de El Pelos, cantante de rumbas del género “caño roto” con su gran éxito “La Grifa”.
Hemos quedado a una hora intempestiva, las cuatro de la tarde de un miércoles, en el Bar Pietro donde se apostan dos feligreses pidiendo chupitos. A uno le saludo pensando que es Antonio. Este me responde “sí, soy yo”. Me espero un rato a que me pregunte por detalles de la entrevista pero sigue a lo suyo, soltando chistes si ton ni son. Me doy cuenta de que, en realidad, no sabía con qué Antonio había quedado. Hasta que entra por la puerta y contrasto que ese sí es el de los posters.
“En 1999 y a través del sello y distribuidora Satélite K, que era cliente mío entonces, me pongo en contacto con Virgin. Uno de los encargos que recibo es hacer la distribución desde Portbou hasta el último pueblo de Catalunya hacia el sur, que creo recordar es Alcanar, de un doble recopilatorio en CD y K7 de los éxitos del sello de aquel verano 99. En el doble se incluían hits que iban de Lenny Kravitz, The Chemical Brothers a Alba Molina, Astrud o Jarabe de Palo. Una selección inverosímil”.
“Estamos en un momento en el que aún quedaba mercado para la cinta, pero el vinilo está muerto. Yo en esa época vendía vinilos en tiendas de la calle Pelai a cien pesetas y ahora se venden a 50 euros o más. Pero bueno, a lo que íbamos. Yo ese 99 me pongo a distribuir de manera gratuita ese doble recopilatorio en bares y pubs. Fue un trabajo de una semana muy divertido. De hecho, llegué a hacer clasificaciones a partir de las reacciones de los responsables de los establecimientos por donde pasaba. Recuerdo caer en un pub de skinheads ingleses y responderme el responsable: “Yo no creo que esta mierda le interese a mis chicos”. A lo que yo respondí: “Claro, me vuelvo por donde he venido con mi mierda”. Detecté tres tipos de “clientes”: el agradecido que me invitaba a algo, -el contenido podía ser una mierda, pero un doble CD entonces estaba en las 3000 o 4000 pesetas-; el indiferente que no le daba mucha importancia o nada de importancia al regalo; y estaba el paranoico que pensaba que al día siguiente iría a cobrarle o a sacarle algo a cambio”.
“Yo antes de dedicarme a la promoción de eventos culturales había trabajado en la publicidad para inmobiliarias. Después cambio de tercio cuando entro en contacto con Satélite K y le llevo campañas interesantes como la de la Fundación Tony Manero, Azucarillo Kings, el primer disco de Sideral… Digo que fueron campañas interesantes porque de una manera u otra definían el sonido Barcelona de entonces. Es un momento además que Barcelona es pura electrónica. Muchos bares rockeros se reconvierten en bares electrónicos. Le hago la promo a locales como Abaixadors 10 o al 242 de la calle Entença. Trabajé en la promo de sellos que me influenciaron de más jovencito, como Mute Records o Ninja Tune. Por mediación de Eva Planas, que también había estado en Satélite K, trabajé para los locales de Juan Arnau de Florida 135. También trabajé con Carles Baena, montó un sello con Sideral, y que también pasó por Satélite K”.
“Dado que la electrónica lo podía todo en la ciudad, empecé a diseñar de manera intuitiva mi propio itinerario donde dejar la publicidad de toda esa industria electrónica. Por aquel entonces muchos de esos locales estaban en el Gòtic. Ahora tú pasas por la zona del Gòtic y está muerta, pero antes tenías el Futura, el Fonfone, el Pilé 43… El Pilé 43 era un bar brutal con un concepto nuevo que no se ha vuelto a ver por aquí. Era un bar que servían cócteles donde todo el mobiliario vintage americano tipo años 60 estaba a la venta”.
“Raval, Gòtic, Born, Gràcia… son los centros neurálgicos de mi distribución pero en Barcelona se están abriendo otros puntos de interés como Sant Antoni o el Poble Sec o Poble Nou. En Sants también empieza a haber cosas interesantes para mi trabajo promocional. Yo soy testigo, por edad y por mi trabajo, de los cambios que se suceden en Barcelona a causa de la gentrificación y cómo este efecto va modelando la fisonomía cultural de la ciudad. Pero bueno, yo ahora lo estoy pasando mal porque ahora la promoción pasa por las redes sociales. Por lo que me he inventado una marca de ropa y organizo mercadillos para buscar otras salidas. Pero es una satisfacción, además de todo ese patrimonio emocional que he ido acumulando a lo largo de estos últimos 20 años, haber sido testigo de los cambios de la ciudad en las últimas décadas. Eso a mí me ha encantado. Constatar de primera mano cómo han ido cambiando los circuitos culturales de Barcelona. La evolución de Poble Nou, por ejemplo, tiene mucho que ver con las raves. No hay cojones de escribir sobre eso”.
Bueno, yo aquí meto mi cuñita para recordar que en el 2015 le dediqué dos artículos a las raves del Poble Nou. En una mesa redonda organizada por Ameba (foto de más abajo) y moderada por Alicia Álvarez en el Punt Multimèdia de la Casa del Mig tuvimos un encontronazo con varios ravers veteranos que no se veían representados en la mesa. Alicia me avisó nada más llegar al espacio que nos iban a recibir a tomatazos. Al finalizar la misma (tenéis un resumen aquí), impoluto de tomate, me acerqué a uno de los más críticos con la producción de la charla, Ignacid, responsable del sello Acid Corp, para proponerle una entrevista que podéis leer aquí.
“A mí la gentrificación me interesa estudiarla en la parte inicial, cuando conviven el espacio de toda la vida y el establecimiento digamos nuevo o moderno. Pero sabes que ese momento no dura para siempre y se acabará imponiendo el moderno o invasor. Por eso me interesa el Poble Sec, porque se ha quedado un poco en tierra de nadie. Ahora mismo está como a medio gentrificar. Pero en general vivimos en un problema cultural. Locales como el Abaixadors 10 de un grande como Serapi son inimaginables hoy día (nota del autor: en 2019 las huestes del festival Primavera Sound abrieron el estudio radiofónico de Primavera Radio en un remozado Abaixadors 10)”.
Esto mismo que estamos haciendo Antonio y yo de tomarnos tranquilamente una cerveza en un bar a las cuatro de la tarde de un miércoles también será imposible en unos años. Me temo. A las cuatro de la tarde la parroquia del Pietro está de buen humor y bebiendo chupitos. Yo estas cosas hago el esfuerzo de disfrutarlas en el momento. Y es que, bar del que me enamoro, bar que me cierran. Como leí en un post del propio Antonio en su Facebook, “amamos la ciudad, como un amor no correspondido...”.
“Hace ya muchos años Devo y Kraftwerk hablaban del futuro de manera irónica y la gente se lo tomaba al revés. Pensaban que reivindicaban el progreso y la sociedad del consumo y en realidad nos estaban avisando de lo que estaba por venir. En el fondo era una crítica. La gente en ese momento no lo pilla. Ahora sí. Un discurso muy parecido a los futuristas pero sin el componente fascista”.
Eso mismo explica Pau Riba en el libro de la historia de la música electrónica que revisamos en esta misma newsletter hace una semana. Acaba su relato con Kraftwerk y su música robótica que no era más que “el nuevo folclore de un país que tuvo que hacer tabla rasa tras la segunda guerra mundial”.
Al acabar las últimas páginas del libro de Pau Riba, en las que se habla de la polémica actuación de Jordi Valls como Vagina Dentata con unos pastores alemanes y bueno, bueno, bueno, es que supuso la fulminación del programa La Edad de Oro, me apresuré a buscarla en Youtube. Y cual fue mi sorpresa que antes de la performance, la presentadora Paloma Chamorro nos presenta a un jovencísimo, claro está, Félix Suárez, al que conozco de mis años de periodista cuando él trabajaba de promotor en PIAS. Resulta que Félix escribió una carta entonces al programa pidiendo estar presente en la actuación, a la postre lapidaria performance, del artista barcelonés.
A Jordi Valls lo entrevisté dos veces, aquí puedes recuperar la charla que mantuve con el polémico no artista en otro bar de Gràcia.
Por cierto, el bar donde nos encontramos Antonio y yo está justo al lado de lo que hasta no hace tanto era el mercado de l’Albaceria Central, inaugurado en 1892 y ahora lo tienes provisionalmente en Passeig de Sant Joan. Después de derruido, quedaron al aire 1.572 m2 de solar. Algunos vecinos quieren que se construyan parques y jardines, otros esperan que el mercado vuelva a donde estaba porque son mayores y la nueva ubicación les pilla un poco lejos.
La foto es de Anna Caellas.
Me despido con mi aportación al género del “caño roto”. Para ello recupero un edit de hace unos años del proyecto bilbaíno WLDV (We Love Dolce Vita), rutilante último fichaje del sello barcelonés Aspecto Humano, que se puso a trajinar con la “Heroína” de Los Calis.
Funciona siempre.