Hace unas semanas, mientras cumplía con suplencia en la biblioteca de Lesseps, se acercó al mostrador un señor a preguntarme por una película francesa protagonizada por el recientemente desaparecido Alain Delon, A pleno sol.
El usuario en cuestión mostraba hechuras de ser un gran conocedor de joyas del séptimo arte. Gafas de culo de botella, algo desaliñado en el vestir, un perfil de público muy de pasar las mañanas de domingo husmeando por el mercat de Sant Antoni… El tipo de prescriptor del que me fiaría, al menos, en cuanto a recomendaciones cinéfilas. Me comentó que venía de otra biblioteca de Gràcia en la que había conseguido un par de películas muy bien consideradas como son La evasión y El salario del miedo. Sin yo preguntarle me avanzó que ese viernes noche quería hacer un ciclo francés en su casa.
Pensé yo entonces, qué buena idea.
Y lo imité.
Porque en esta vida lo mejor que puede hacer uno es coger al vuelo las buenas ideas que se te presentan sin tu pedirlas.
Siempre me ha funcionado.
Me gusta el cine en blanco y negro. Es como estar en casa una tarde lluviosa de noviembre. Me reconcilia con la vida pensar que una película que se rodó en 1953 sigue considerándose una obra digna de contemplarse.
Como El salario del miedo.
Con una nota de 8,1 en Filmaffinity se mantiene incólume en el Top 4 de “mejores películas francesas de todos los tiempos”.
Su remake estrenado hace unos meses, con un tufo a Fast & Furious que tira para atrás, pasa por poco del 4 en esa misma Filmaffinity.
Y es que la película original propone un argumento irresistible para un viernes por la noche. Cuatro desarraigados de la vida tienen la misión de llevar un par de camiones cargados hasta arriba de nitroglicerina hacia una base petrolífera en llamas. El fuego se apaga con fuego. Y el que juega con fuego se acaba quemando.
“Son pobres, aceptarán lo que sea”.
Me encanta el subgénero de películas en las que los protagonistas tienen que transportar una carga.
Hace unos meses os hablé de El Tren en la que Burt Lancaster conduce un tren que porta unos cuadros robados del Louvre por los nazis. En esa película abundan los primeros planos de gente manipulando objetos. Como buen manazas que soy, me encantan las películas en las que la gente aparece haciendo cosas con las manos.
Algo parecido sucede en La evasión, en la que uno de los protagonistas realiza trabajos manuales, como el modelaje de una ganzúa con cuatro alambres. La envidia de MacGyver.
Uno de los peaks de la película es cuando uno de los presos se saca del foulard dos botellitas con las que montar un reloj de arena y entonces, confortablemente arrellenado en tu sofá, te preguntas qué coño has hecho con tu vida.
Controlar el tiempo es vital si uno quiere escapar de una cárcel.
Como buen director hiperrealista que es, Jacques Becker, se entretiene con planos larguísimos en los que se puede ver a los presos cavando durante un buen rato la brecha por la que intentarán escaparse.
La película suena a hierro golpeando la piedra.
A gente ávida de libertad arañando escombros.
Te dan ganas de ponerte tu también con la pala a ver si aligeran el agujero antes de que los descubran.
Leyendo reseñas sobre la película me entero que el director no pudo ver esta su obra maestra estrenada (es la mejor película francesa en esa misma lista de la que os hablaba antes) ya que murió pocos días antes de su puesta de largo. Ponerse a grabar largos planos con los que embelesar a tu público y no poder disfrutar en vida de esas caras de entusiasmo.
Perra vida esta.
Por cierto, soy de esas personas que ven a cinco tíos en una celda mínima sin intimidad alguna y lo primero que piensa es cómo se las compondrán para hacer de vientre teniendo al resto de compañeros a la vista.
Los dramas carcelarios dan para una buena ración de compañerismo pero en esta ocasión el final te hará llorar.
Nota del autor: Ganzúa, qué palabra tan en desuso. Lo hablaba con Anna el otro día. ¿Quién utilizaba antes las ganzúas? Los cacos. Otra palabra bien demodé.
Y si te interesa el cine y no tienes a mano a un husmeador del mercat de Sant Antoni, ahí tienes a Ainhoa Marzol en uno de los últimos números de su newsletter Gárgola Digital.
“No entiendo al 100% el funcionamiento de Top Filmtuiter pero sé que de vez en cuando publican listas de mejores películas de x temática elegidas conjuntamente por un montón de usuarios que hablan mayoritariamente de cine en el twitter hispanohablante. El film twitter patrio. Por supuesto, mi algoritmo ha traído a mi orilla la lista que hicieron la semana pasada, sobre las 100 mejores películas de las Chinas (China Mainland, Taiwan y Hong Kong). Puedes estar más o menos de acuerdo con lo que ha salido (que al ser una votación masiva suele quedarse en una cosa algo más conservadora que los gustos personales, favoreciendo a pelis que fueron hypeadas en su estreno en plataformas), pero es una herramienta perfecta como introducción a un cine que ha quedado un poco más tapado por el cine japonés o koreano en el mainstream de los últimos años”.
Sayonara.
Me largo por donde he venido.
Por cierto, ya hemos pasado de los 350 en la familia. Antes de Navidad me gustaría llegar a los 400 suscriptores.
Espero que alguno de vosotros sepa construir ganzúas con barras de hierro.
Hasta la semana que viene.