Toda esta historia tuvo lugar en Chicago en una de las etapas de “la ruta” de este pasado verano. Era una tarde en la que estábamos a desmano de todo y sin saber muy bien a dónde dirigirnos. Porque ya me dirán qué se hace un jueves tarde de finales de agosto en Chicago…
Pues eso que, de repente, me acordé que en clubbingspain habíamos publicado una noticia en la que se hablaba de un mural a mayor gloria de Frankie Knuckles, ya saben, el fundador del house.
A veces me pasa. Estoy bloqueado sin saber a donde tirar y, de repente, sin venir a cuento, me pasa como un fogonazo por la mente que me abre un camino que, además, resulta casi siempre la vía buena.
Estuvimos un buen rato dando vueltas por la W. Hubbard, buscando un algo como en una calle de esas donde no se te ha perdido nada. Google me devolvía varias fotos del mural, pero la ubicación del mismo no coincidía con la posición de las vías del tren que teníamos justo delante. Y es que resulta que ya hubo otro mural que desapareció “bajo una capa de cemento aplicada a la pared de la tienda, donde estaba el mural como parte de los trabajos de mantenimiento del local que sufre las vibraciones de los trenes que pasan en sus inmediaciones”.
Total, que después de un rato de buscar el homenaje al padrino del house, me encuentro con otro mural, en este caso de MF Doom, MC enmascarado fallecido el pasado 2020 (claramente me estoy refiriendo a la foto superior).
Las paredes hablan en la ciudad del viento.
Lo mejor de todo esto es que no soy muy mitómano yo. Además es que no envejecieron especialmente bien los grandes clásicos del house. En el caso que nos ocupa, ni en lo artístico, ni en lo personal, puesto que el bueno de Frankie venía arrastrándose por los festivales desde la amputación de un pie en 2008 que tenía roto desde diez años antes.
Y después que había un tema periodístico ahí. Debo reconocer que en mis años de redactor de música electrónica acabé harto de los grandes nombres de la electrónica porque los lectores de la web sólo se interesaban por el ma-me-mi-mo-mu de la música de baile.
Si publicaba una entrevista con un desconocido newcomer, por oxigenar la escena y diversificar gustos, la audiencia pasaba de clickar… y ya sabéis lo importante que se volvió el click en el periodismo. Me di cuenta que en general los fiesteros eran muy conservadores en sus apetencias: sólo les interesaba lo que les sonaba.
Pero no soy rencoroso.
Toda esa electrónica que tenía que llevarnos a un planeta ideal, acabó moviéndose a partir de un puñado de nombres que poder lucir en grandes tipografías, como venía haciendo el pop desde hacía muchos años. Hoy es diferente porque hoy: hay más Djs que personas.
Lo que no quita que sea justo reconocer a los pioneros su trabajo. Aquí tenéis el artículo a modo de homenaje que le dediqué a Frankie Knuckles el día después de enterarnos de su fallecimiento.
Bueno, eso, que al salir del callejón y ya en dirección al hotel, un calor que no veas, me giré como buscando por última vez una pista del paradero del graffiti y !zasca!. Veo aparecer al otro lado de la autovía la cara del padre del house. No pudimos llegar a él porque para acceder a ese tramo del puente había que superar un parking privado y las movidas que hay en los States con lo privado y no me la jugué para repetir el selfie de MF Doom.
Una vez finalizada la aventura del mural me entero que ese mismo 25 de agosto es el día oficial de Frankie Knuckles en Chicago.
O sea, que todo muy mágico.
El espíritu del house es lo que tiene.
Pero no acabaron aquí las pesquisas. Porque al día siguiente nos dimos cuenta que la fundación que lleva el nombre de Frankie Knuckles estaba a tiro de piedra de nuestro hotel (como el pabellón de los Chicago Bulls, el día de nuestra visita además de acoger la estatua de MJ, se convertía también en escenario del concierto de una banda de K Pop, Seventeen, con el lógico tirón entre las adolescentes chicagueras que a horas de empezar el concierto deambulaban por los aledaños del templo baloncestístico).
Nota del autor: Nótese que me gusta mucho colar la palabra aledaños. He sido siempre un periodista de aledaños.
Guiados por Google Maps llegamos a un edificio de pisos así como de lujo en el que nos recibió una bedel en su mostrador y que, cuando le dijimos que buscábamos la fundación del creador de tantos y tantos clásicos del house, puso cara de no entender demasiado. Presta realizó una llamada en la que se le informó que en el pasado la pareja de Frankie había ubicado la razón social de la fundación en la dirección de su hogar, pero que desgraciadamente se había mudado hacía un tiempo sin actualizar los datos en internet.
Después estuvo como cinco minutos navegando por la red de redes hasta que extrajo de una impresora esta información que tenéis más abajo, datos de una fundación con múltiples programas artísticos que se pueden consultar en el archivo de Stony Island Arts Bank como la colección de discos de Frankie Knuckles (a través de una iniciativa muy polifacética que se puso en marcha sólo cinco días después de todo esto que os cuento).
Y bueno, esta clase de cosas son las que le propongo a Anna cuando salimos al extranjero. No tengo perdón de Dios. A no ser que sea un Dios del house.
Hablando de coincidencias. Mientras escribo estas líneas me llega un tuit de mi amigo Dani Relats en el que se me informa que nuestro otro amigo Oliver ha pinchado esta noche pasada en un garito del Born el remix de Frankie Knuckles del Let on my own devices de Pet Shop Boys. Una orgía de pianos y de voces celestiales en un cielo que es un after infinito con el que damos por finalizada la newsletter de esta semana.