El mundo es como una miniteca gigante
Por fin buenas noticias: el viernes tengo bolo en la sala Taro
Se acaban de cumplir 20 años de mi primera visita a Venezuela.
Desde entonces, por h o por b, ese país me tiene agarrado por las solapas.
Soy incapaz de soltarme de ese estado de ánimo.
Sin ir más lejos, se acaban de cumplir también 10 años de un artículo que escribí sobre minitecas venezolanas que apareció en dos medios digitales que ya no existen y acabó colgando de Cochino Pop. Por suerte aún lo puedes consultar desde aquí.
Hace un par de meses me reuní de nuevo con los protagonistas de aquel reportaje en el que se diseccionaba la historia de este tipo de soundystems à la venezolana. A Fermín (cazador de leones en Cannes), Juan Pablo (Dj de minitecas ya a finales de los 70) y a un servidor, se nos unió Fran Mejía en un bar de viejos del Poble Sec. De ese artículo original, que tan buena recepción tuvo en Venezuela, sólo faltó Enrique que en ese momento estaba haciendo la prueba de sonido de su directo en Salvadiscos con Chofa de los añorados La Muy Bestia Pop.
Fran se unió al sanedrín minitequero porque recientemente reflotó el interés por las minitecas con la publicación de un fanzine (foto de abajo) publicado con la ayuda en la producción de las huestes del sello Klasse Wreks.
También desplegó un show el año pasado en Sónar con actitud muy minitequera para presentar su sello Vimana.
Tu puedes irte de Venezuela pero Venezuela es el veneno de la cuaima que te llevas a casa inoculado en tu cuerpo.
Así que el próximo viernes 1 de marzo reúno en la sala Taro de Sants (20h) a todos los venezolanos de mi vida para hablar en público lo que llevamos comentando desde hace semanas en privado.
Que, sin lugar a dudas, lo de las minitecas es un fenómeno social, musical y cultural sin parangón en el mundo en los últimos 50 años.
Todo esto lo produce la asociación Ameba, a la que le tengo que agradecer que se vayan acordando de mí.
Nota: La foto que preside este post es cortesía del archivo de Francisco Freites.
Conectando con la diáspora venezolana
Para seguir ilustrándome sobre el tema tanto Fermín, como Juan Pablo y Phran, me han puesto en contacto con varios protagonistas de este circuito de discotecas móviles que empezaron a funcionar gracias a la creatividad y al empuje de chavales que, justamente, no podían entrar en discotecas.
Muchos de estos niños tenían amigas que estaban a punto de cumplir los 15 años y por tanto requerían de una celebración especial para su presentación en sociedad.
Con extractos de cada una de las entrevistas he montado un vídeo que tienes más arriba y que he aprovechado para reflotar mi programa en Youtube, Beats & Chips.
He podido charlar, por ejemplo, con Juan Raffalli aka Gudi, cabeza pensante de la miniteca Soul Train (foto de arriba), me abre su Zoom desde Maracaibo para explicarme que “todo esto nace de un quehacer doméstico, pero con el devenir del tiempo se volverá un negocio”. La cercanía, cultural y geográfica con EE.UU., ayudó a todos estos chavales a sofisticarse en cuanto al sonido.
“Todo este boom y revuelo del sonido de calidad mediana y grande entra por ese impacto que tuvieron las petroleras en nuestra zona, concretamente en la parte del Zulia. El boom petrolero aquí fue una bomba. Del lago se extrajo mucho petróleo. Las grandes compañías petroleras como la Creole Petroleum Corporation, la Shell, la Royal Dust Shell, la Mobile, Standard Oil con todas sus filiales, tenían clubes aquí para sus empleados donde se pasaban películas con la tecnología de un cine convencional”.
Desde Madrid me habla Francisco Freites, uno de los Djs de aquella era minitequera más activo en redes en el plano documentalista.
El niño de oro de las minitecas se ha establecido en Madrid donde es residente desde hace cuatro años de una discoteca llamada Silk en La Moraleja. “ Tuve que aprender lo que era el crossover español, aprenderme cuales eran los temas que gustaban acá, tanto de los 80 como de los 90, el Flying free, ya más o menos sabes de lo que estoy hablando…”.
Francisco destaca que conseguir música de importación en Venezuela hace 30 años no era tan fácil porque el precio estaba disparado. Y conseguir discos que nadie tenía en el país era vital para destacar en una subtrama importante de todo esto: la guerra de minitecas (“en realidad, dos minitecas en escena midiéndose para ver quién hacía el mejor espectáculo”).
Una competición en la que había incluso un sorteo inicial para ver qué crew empezaba.
Sorteo envenenado porque si te tocaba empezar antes pudiera ser que el público estuviera aún por llegar y si te tocaba segundo era probable que tu rival te quemase ya todos los hits.
“Además la versión de los vinilos europeos o estadounidenses hechos en Venezuela sonaban a un volumen muy bajo en relación a la producción europea y los discos importados americanos. Tampoco contábamos en la época con mezcladores, como ahora que tenemos altos, medios y bajos. Antes sólo disponíamos de volúmenes o faders y una sola ganancia global, una sola ecualización para todo lo que estabas colocando. La estrategia era que cuando ibas a colocar discos nacionales, los ponías al volumen número 10 y los importados al 7, para compensar el volumen de los dos discos en la mezcla. ”.
Juan Pablo Huizi, ponente al que tendremos en la mesa directamente desde Brighton donde reside actualmente, hablará como representante de la muy pionera miniteca Betelgeuse. En ese equipo, el que ponía orden y seny empresarial era Jhonny Cabrera con quien también tuvimos el gusto de charlar: “Yo me encargaba de cuidarlos a todos. Era el que iba detrás de todos ellos al acabar la actuación para que empezaran a recoger”.
“Llegamos a crecer a tal nivel, que en el año 84 compramos la competencia, que era Sandy Lane. Charlie Bóveda, uno de los dueños en ese entonces, se quedó trabajando con nosotros. Llegamos a tener tres Betelgeuse, tres Sandy Lane, otra miniteca que era The Drop, que ya la habíamos comprado también. Y nos dieron otra miniteca para operarla que se llamaba Empire. como un total de diez equipos móviles”.
Casi cinco décadas después, Franklin Cisneros sigue viviendo de esto que te explicamos hoy. Se conecta al Zoom desde el barrio de La Victoria en Barquisimeto donde tiene el centro de operaciones de su miniteca Ofrenda.
Este Dj con estudios en Marketing pone el acento en el anonimato del Dj de miniteca. Un operario más en esa especie de compañía de teatro ambulante y musical que podía recorrer el país entero para poner música en fiestas privadas o públicas.
“El Dj como tal no existía. Yo recuerdo cuando contrataban a mi miniteca para una fiesta, que a mí me metían en un cuarto. No se me veía. Sacaban las cornetas para la sala pero nada más. Cuando se le empieza a dar protagonismo al Dj es mucho más tarde. El protagonismo del Dj se da en las discotecas. Era más habitualmente eso de, «en la discoteca tal mezcla fulanito de tal», pero tu con la miniteca contratabas un todo”.
En el vídeo también podréis verme charlar con Rafael Ángel aka Rakett. Me explica desde Tenerife donde reside ahora, que tuvo su momento su máximo apogeo con las minitecas gracias a que se lió la manta a la cabeza con el sampler Roland Dj 70:
“El sampler es un equipo que tu no tienes noción de cómo es que funciona. Porque no se parece a nada. Si tu eres pianista con cualquier piano haces música. Un Casio, un Yamaha… Si tienes nociones, lo empiezas a tocar y suena. El sampler es otra cosa. En el año 93 no existía Google pero lo que sí existía era un manual de uso que te tenías que empollar, como decís aquí en España. Me pegué un mes para echar a andar el aparato. Me estoy refiriendo al Roland Dj 70. Las primeras copias tuvieron que aparecer en el año 92 a través de Roland Italia”.
La primer chica breakdancer de Venezuela
Todo este trabajo de documentación me ha traído una entrevista con la que no contaba y me hace muy feliz.
Conecto con West Palm Beach en Florida para hablar con Lili Mayorca.
Graduada en piloto de avión comercial que nunca ejerció, en los años 80 Lili se puso a bailar breakdance y se convirtió en una de las atracciones de las minitecas que empezaban a copar el ocio juvenil de mediados de los 80.
Me explica que uno de los muchachos de su cuadrilla con la que bailaba tuvo un accidente en moto y perdió la pierna derecha. De la parte de la rodilla hacia abajo: “Nada más le quedó el muslo”. Se quedó muy deprimido y le dijo que él vería la vida de otro color si Lili aprendía a bailar break, un fenómeno juvenil que entonces estaba dando sus primeros pasos.
“Sábado sensacional” era un programa de cuatro horas por donde pasaba todo el mundo (foto de arriba). Un programa en vivo donde te podías encontrar desde una banda de moda a un mago. Me presentaron en este programa como la primera chica breakdance de Venezuela. Hasta en el certamen de Miss Venezuela bailé breakdance en el show intermedio y salí después del grupo Amazonas con los Breakers de Venezuela. Pero a mi me encantaba ir a bailar con las minitecas.“
Una de sus pasiones ahora es el beisbol. Se considera “tigrera” ya que es fanática de los tigres de Aragua de Venezuela, los Tigres del Licey de la República Dominicana, y de los Tigres de Detroit. Le gusta hacer de anfitriona para los chavales que se trasladan hasta Florida desde países como Puerto Rico o Venezuela para probar con los Miami Marlins: “Me gusta decir que tengo como 464 o 465 peloteros que me dicen mamá”.