Hace dos fines de semana estuve en el campo.
Y eso es noticia, por desgracia.
Pero muy buena noticia, no cabe duda.
Uno se queda en el Raval por largas temporadas y tiene la impresión que no le hace falta de nada.
Pero es cuando llegas al campo cuando te das cuentas de cuanto lo necesitabas.
El campo mola. El campo está bien.
Esta semana os explico que estuve en la primera edición del Floresta Fest, que se celebró en los terrenos de Sanamolls, espacio ideal para tomar unos baños de arcilla, en medio del Parque Natural de los Aiguamolls de l’Empordà, en la carretera que nos acerca a Castelló d’Empuries.
El espacio está gestionado por Cote (en la foto de más arriba). Y parcelado también por él. En lo que se intuye fue otrora un secarral, nuestro anfitrión ha conseguido crear un espacio en el que pasan muchas cosas. Una llanura en la que pasan tantas cosas que los lerdos de la orientación como yo se las ven y se las desean para encontrar puntos de referencia geográficos.
Un sitio en el que pasan cosas pero de forma traquila.
También nos explica que lo que vemos es gracias a que se ha trabajado una geometría muy interesante sobre el terreno: una combinación entre rombos y triángulos isósceles. “Esto no es como un museo que sigues un camino lineal. Tienes peras aquí y un árbol silvestre allá.... Tienes muchas especies de vegetación al alcance de tu mano…”
Así que todo lo que se ve en el espacio está plantado por Cote o por alguno de sus amigos.
Antes de Cote aquí no había ni sombra. Y ahora tiene su espacio social, una cocina, su lavabo seco, que funciona con arena, y otro normal que va con agua, la zona de las tiendas de campaña y la barbacoa, al fondo hay una pequeña escuelita (“la pedagoga que la lleva es así como alternativa, me mola la idea y por eso me metí en este proyecto recientemente”).
Todo crece en Sanamolls.
Todo crece de manera tranquila.
Tanto es así que ha plantado una pirámide en un espacio concreto “muy poderoso para meditar” que un amigo, que se entretiene encontrando centros energéticos, le detectó hace un tiempo.
Cote abre el festival con un recorrido en el que comenta la historias de cada árbol frutal. De fruta carnosa, especifica (“¿Se dice carnosa en castellano?”). Hacia el aparcamiento de los coches ya encontramos la fruta más seca: almendros, avellanas y nueces.
“Mi interés era generar un espacio con la mayor biodiversidad posible de elementos comestibles. Faltaría un huerto pero no hay tiempo para todo”.
Pero tiene olivos. Olivos altos. Altos como no estamos acostumbrados a ver los de ciudad. Qué altos pueden llegar a ser también los olivos. Mi madre era de Jaén. No me asustan los olivos. Pero estos son muy altos.
“Me gusta la variedad cromática que generan todos estos árboles. También era la idea. Los membrillos en breve empezarán a sacar su color amarillo. Las magranes empiezan con su color rojo. En cambio, la ciruela, igual queda alguna, pero la mayoría ya está en el suelo. Cada semana vives la fruta real. No es uno el que induce la floración”.
Cada fruta va a su ritmo, que es algo que parece natural pero cada vez lo es menos: “Desde los nísperos, que son los primeros, hasta el membrillo que es en octubre y noviembre, se puede decir que hay fruta todo el año”.
Plantas aromáticas como la salvia, el hinojo, romaní, romero… .
“¿Alguien sabe qué es esta planta?”. Regaliz dice uno de los asistentes. “Muy bien. Es invasora. En octubre o noviembre cuando se seca se le puede arrancar la raíz”.
“Y en este espacio que he llamado “espacio futurista” construiré un mini spa con una pequeña sauna. Un sitio para darse con barro. Tendrá camilla para masaje”.
“Y aquí cayó un meteorito”, bromea Cote. Y una asistente pregunta por el bebé que había dentro en clara referencia a Superman. “Ese bebé soy yo. Tengo poderes”, responde Cote que es verdad que los tiene. En un rato desplegará sus artes musicales en una actividad conocida como ecstatic Dance.
El niño con poderes nos lleva a la zona de barros. El rovell de l’ou de Sanamolls, de este espacio tranquilo.
“Primero le quito la primera capa vegetal al suelo, los caracolillos, las raíces y tal, hasta que encuentro la arcilla”. Hoy no estamos a más de 24 grados con lo que no se aconseja hacer baños de barro. 25 grados sería el límite. “Eso los latinos... Los germanos pueden hacerlo a 15 grados”.
No habrá barro.
Jarro de agua fría.
“Les propietats terapèutiques de l’argila són moltes i ja conegudes, així com utilitzades des de l’antiguitat. Per mencionar-ne algunes, direm que l’argila és remineralitzant, vasodilatador o vasoconstrictor, segons s’utilitzi aigua calenta o aigua freda respectivament. Entre les propietats més conegudes destaquen la d’absorbent, gràcies a la seva naturalesa porosa. L’argila també és desinfectant, bactericida i desinflamatori –ajuda a curar articulacions inflamades, contusions i fractures-, resulta de gran utilitat per eliminar tensions acumulades”.
Y llego al momento mágico de la mañana que es cuando huelo por primera vez la artemisa, una planta que además de llenarte los sentidos es que “lo cura todo”.
“¿De esto te puedes hacer infusión o algo?”.
“Si, si… dicen que cura hasta la malaria”.
“Para el COVID, para todo va bien…”.
Hasta que damos con las huellas de un jabalí que se ha dado un baño de barro no hace muchas horas y ha dejado pelo pegado al suelo como para dar a entender que efectivamente estuvo por aquí.
“Y esto de aquí es marduix, no sé cómo se dice en castellano…”. Entre las asistentes al festival se encuentran varias ciudadanas madrileñas que tienen a bien disfrutar de la primera edición de este encuentro en tierras de la Tramontana. Sopló con fuera durante toda la mañana. Los aficionados al tabaco de liar lo han tenido complicado hoy para cumplir con el ritual del vicio.
“Bienvenidos a la escuelita. Aquí vienen niños de tres años como tú. Y aquí está la madre del cordero que es de donde saco el agua, que es importante, claro. Tengo un pozo. Ya he sacado agua para todo el fin de semana y ahora lo cierro”.
Tiene también un espacio de lectura con forma de la nave espacial que propició el meteorito de hace un rato. “Si, también la he construido yo”.
Lo podéis ver todo más arriba en una pieza de cuatro minutos con la que inauguro los posts con vídeo en Substack.
No lo prueben en sus casas.
Y después del contacto con la naturaleza toca comer. Y comer bien. Porque comer mal en el campo debería ser peor que un pecado.
Y la comida en este Floresta Fest sabiamente dirigido por Marc Caellas y Esteban Feune de Colombi la sirve y la explica Carmen Gascón. Comida y cena. Reclama atención para presentarnos la comida que nos tiene que dar fuerzas para el resto del festival.
“De primero, un gazpacho de sandía y de remolacha que nos ayudará a cogernos a la tierra. Ahora ya nos estamos preparando para el invierno. Lleva tomate y pimentón, es un gazpacho tirando a dulzón. Después os he preparado tzatziki de esa área geográfica entre turca y griega, a base de pepino rallado con menta, muy de verano, con yogurt griego. Es como muy fresco. También puede ser que algún pepino haya salido amargo, lo cual también está muy bien porque el amargor nos hace trabajar el hígado, donde acumulamos toda la rabia. Llevamos muy cabreados desde hace tiempo, estamos todos muy cabreados… Hay que sacar el cabreo… Después tenemos una empanadillas de humita, que me encanta porque lleva maíz que es el cereal del verano. El relleno es de bechamel de garbanzos y cebolla confitada. He traído unos tomates rellenos de un arroz basmati que es el que toca comer ahora. El más alargado, más fácil de digerir. Llevan leche de coco, curry, olivas negras… Y también tenéis un guacamole, es ahora cuando hay que comer el aguacate. Aunque aquí en Catalunya no tenemos aguacate, lo traemos de Málaga. Y hay que comerlo ahora porque nos hemos quedado sin grasas en esta parte final del verano. Con jalapeños picantitos, que también toca comerlos ahora. Espero que no me haya pasado. Pero ya sabéis que el picante va bien para combatir el calor”.
Después de haber llenado el buche, lo mejor es bailar un poco. Por aquí os dejo la lista de canciones de uno de los Djs del evento. De parte de Ginés Alarcón, que no es amigo de tapar galletas y por eso comparte su lista en Spotify.
Sanamolls: Un espai tranquil